miércoles, 7 de septiembre de 2011

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Aún recuerdo cuando de pequeña, mis padres me leían cuentos, me contaban múltiples historias insignificantes antes de dormir, que a la mañana siguiente no recordaba, y por ello, cada noche los leía una y otra vez. Noche a noche iba comprendiendo el significado de las cosas, cuando decíamos ”amor”, nos imaginábamos a La Cenicienta con su príncipe azul, a Bella Durmiente con un beso en los labios, Blancanieves y el príncipe entre siete enanítos, Mamá y Papá, amores, que eran para siempre.
Pero conforme pasaban los años, conforme los significados iban dejando huella en mi interior, me dí cuenta que el amor se encuentra en cualquier parte, sólo es cuestión de buscar un poco y tener suerte.
Mi príncipe no es ni azul, ni verde, ni amarillo. Es más, ni siquiera es un príncipe, pero es especial, ¿y sabeis por qué? Por ser él

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